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Megáfono ideológico: redes sociales y minorías

“La lucha de poder fundamental es la batalla por la construcción de significados en las mentes.” (Castells, p. 23) Foto creada con Dall-E 3 ...

“La lucha de poder fundamental es la batalla por la construcción de significados en las mentes.” (Castells, p. 23)

Foto creada con Dall-E 3

La presencia de las minorías en el entorno social no es un fenómeno nuevo. Es algo que ha estado presente desde el momento en el que el ser humano se dio cuenta de que no solo podía estar por encima de otros animales, sino de otros como él. Sin embargo, más allá de explorar la moral o la naturaleza de este fenómeno, el propósito de este artículo es explorar su manifestación en el mundo digital; particularmente, en redes sociales.

El poder viene de la voz

“[L]a transformación del entorno de las comunicaciones afecta directamente a la forma en que se construye el significado y por tanto, a la producción de las relaciones de poder ." (Castells,  p. 24)

Antes de adentrarnos en las características de estas redes sociales, vale la pena tener presentes las características de estos grupos; es decir, qué es lo que hace que cierto sector demográfico sea considerado oprimido. Para esto, es útil traer a la mesa el famoso discurso del vencedor, el cual establece, de manera general, que quienes vencen en los conflictos sociales (bélicos o no) obtienen la ventaja de contar cómo sucedieron las cosas. Y, por tanto, de establecer “la verdad” de los hechos.

Usualmente, los grupos oprimidos son, como ya imaginará quien lee este artículo, aquellos “vencidos” en estos conflictos, y, por lo mismo, quienes acaban como “los malos del cuento”. Su posición social responde también a prejuicios de diversa índole (raciales, físicos, religiosos, etc.) que han sido transmitidos de generación en generación; unos de manera más activa que otros.

Asimismo, es importante recalcar que estos discursos son difundidos de forma masiva gracias a los avances tecnológicos de cada siglo. Ejemplos de esto podría ser el nacimiento de la imprenta en el siglo XIV. Gracias a esta nueva forma de transmitir mensajes se cambió la forma en la que el ser humano construía el mundo y abrió el camino para revoluciones de pensamiento como la Ilustración y la Reforma Protestante.

Podemos observar el mismo fenómeno en el siglo XX, con las invenciones del radio y la televisión. Gracias a estos aparatos se transmitieron los mayores eventos históricos de este siglo en cuestión de minutos, desde la documentación de las guerras mundiales, pasando por desafíos a la autoridad como “El hombre del Tanque” durante la masacre de la Plaza de Tiananmén en 1989, hasta discursos como el célebre “I have a dream” de Martin Luther King. Los medios masivos han dado exposición y luz a aquellas voces que históricamente han sido censuradas y oprimidas.

Finalmente, en el siglo XXI tenemos una nueva forma de comunicarnos. El internet, de manera similar a la imprenta, ha cambiado el pensamiento del ser humano acostumbrándonos a recibir información en segundos y, como consecuencia de esta inmediatez, volviéndonos incapaces de discernir sobre lo que es real y lo que no. No sólo la comunicación ha cambiado; la forma en la que se entiende y visualiza al mundo también y, con ello, también los conflictos, los cuales pasan de lo local a lo internacional.

Bajo las sombras de la masa: las redes como plataforma de expresión

“Aunque la mente de cada individuo construya su propio significado al interpretar a su manera los materiales recibidos, este proceso mental está condicionado por el entorno de las comunicaciones.” (Castells, 2012, p. 24)

Las redes sociales han sido un parteaguas importante para la comunicación. En los medios tradicionales, los intereses políticos, económicos y privados moldean el contenido y la información divulgada, por lo que la información puede ser tergiversada o solo se publica aquella que sustente la agenda del medio que la emite. 

Si bien las redes sociales no dan una solución definitiva y siguen ateniéndose a intereses de un sector, lo cierto es que proveen una plataforma de expresión más horizontal para todas las personas que poseen un dispositivo y acceso a la red. Los usuarios pueden emitir cualquier opinión, publicar sobre cualquier tema y seguir páginas, personajes y grupos que sean de su interés; siempre y cuando no vaya en contra de las políticas de la plataforma.

Dependiendo de la red, el usuario puede interactuar con su nombre real o con un pseudónimo. Con ello, el anonimato se vuelve una herramienta que protege la identidad del usuario y les da libertad para publicar sin tener que, en la mayoría de los casos, atenerse a las consecuencias que conlleva algunos contenidos. Esto es más presente en naciones donde los medios convencionales y las redes son altamente censuradas por el gobierno. El anonimato es, en sí, una forma de protesta y de expresión.

“Los movimientos se extendieron por contagio en un mundo conectado en red mediante Internet inalámbrico y marcado por la rápida difusión viral de imágenes e ideas.” (Castells, p. 20)

Un ejemplo del impacto de las redes sociales ha sido la amplificación y difusión del movimiento Black Lives Matter (BLM). Foros como Twitter, Instagram y Facebook permitieron a activistas y simpatizantes compartir información, testimonios y vídeos en tiempo real, ayudando a generar conciencia sobre la injusticia racial y la brutalidad policial en Estados Unidos. Estas redes facilitaron la organización de protestas y la coordinación y la construcción de una comunidad virtual que impulsó el diálogo sobre la igualdad racial.

La IA ChatGPT ofrece esta explicación al respecto sobre el fenómeno: La relación entre las demandas de grupos históricamente desfavorecidos y el uso de las redes como instrumentos de difusión de ideas culturalmente diversas es compleja y multifacética. Las redes sociales ofrecen una plataforma para amplificar sus voces, compartir narrativas alternativas y movilizar a comunidades. Sin embargo, también se enfrentan a desafíos como la apropiación cultural, la polarización y la censura, lo que destaca la necesidad de un análisis crítico de cómo estas plataformas pueden ser tanto herramientas de empoderamiento como espacios donde persisten las inequidades y tensiones culturales.

La utopía de que todas las voces sean escuchadas permanece como tal. No obstante, la democratización de dispositivos como los smartphones nos acerca un paso más a que se cumpla. Se trata de nuevas perspectivas que antes escapaban de nuestro radar por su lejanía ideológica o geográfica; incluso por su censura. Hoy, están al alcance de un clic.

En esta digitalidad, las barreras de la información son distintas. La manera en que los mensajes de estos grupos buscarán atravesarlas es aún parte del presente. Solo el tiempo dirá si este medio nos unificó más de lo que nos dividió, y si verdaderamente el problema está en tener voz y no en escuchar.


Referencia

Castells, M. (2012). Redes de indignación y esperanza. Madrid: Alianza.


Gina Camargo, José Carlos Franco, Juan Pablo González y Verónica Pedroza

(1,133 palabras)

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