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Conectando Resistencias: #MeToo, Redes de Indignación y Grupos Históricamente Desfavorecidos en la Era Digital

Conectando Resistencias: #MeToo, Redes de Indignación y Grupos Históricamente Desfavorecidos en la Era Digital En la era digital los movimie...

Conectando Resistencias: #MeToo, Redes de Indignación y Grupos Históricamente Desfavorecidos en la Era Digital

En la era digital los movimientos como #MeToo y Redes de Indignación y Esperanza han marcado un hito significativo en la lucha por la justicia social. Estas iniciativas han creado una conexión esencial con los grupos sociales históricamente desfavorecidos, entre ellos: la comunidad LGBTTTIQ+, los pueblos indígenas, los migrantes y los grupos anarco-feministas. La clave de esta relación radica en transformar las redes sociales en instrumentos de diseminación de ideas que culturalmente son diversas y que suelen causar ruido con lo que es lo “normal” o lo “socialmente aceptado”.

[Fotos creadas con Adobe Firefly]

El AI Bard ofrece esta explicación al respecto sobre el fenómeno: “Las redes sociales han permitido a los grupos históricamente desfavorecidos acceder a un espacio de expresión y organización que antes no tenían, lo que ha impulsado sus demandas y ha contribuido a su visibilidad y reconocimiento social”.


Voces que rompen el silencio

Con el movimiento de #MeToo las redes sociales jugaron un papel crucial al crear una forma de expresión donde las mujeres compartieron valientemente sus experiencias de acoso sexual y abuso a nivel global. Este fenómeno no sólo reveló el impacto que tienen estos problemas en la sociedad, sino que también creó un espacio virtual de solidaridad que se viralizó en diversas culturas y/o contextos sociodemográficos. “El #MeToo se convirtió en un “momento histórico sin precedentes”, no necesariamente por sus logros, sino por los debates que ha comenzado” (Zacchia, G., Corsi, M. & Botti, F., 2019, p.9). 


Dichos grupos vulnerables han cobrado relevancia en esta nueva era digital ya que las redes sociales o plataformas digitales, en general, les han dado mayor cohesión y visibilidad en la esfera pública. Incluso han presionado a los gobiernos e instituciones para abordar sus demandas. 

Un caso de éxito fue la Ley Olimpia, que gracias a la difusión de la problemática que estaba viviendo en su momento, Olimpia Corral Melo, y a todas las personas que empezaron a compartir casos como el de ella fue que se aprobó por el Senado de la República la ley en 2020 con su nombre.

Bajo esta misma línea, las redes sociales no solo sirven como herramientas de comunicación, sino que se convierten en plataformas de activismo digital, que contribuyen al impulso y la difusión de causas que planean crear conciencia en la sociedad promoviendo valores.

En el caso de las Redes de Indignación y Esperanza, las redes sociales han facilitado la conexión con grupos históricamente desfavorecidos como: la comunidad LGBTTTIQ+, los pueblos indígenas, los migrantes, los grupos anarco-feministas, entre muchos otros más; todo esto a nivel global. Dentro de estas, diversos activistas han alzado la voz compartiendo información al respecto, casos reales que necesitan ser denunciados y/o visualizados a gran escala. Además, brindan fuentes de contacto de apoyo directo para quienes sufren algún tipo de violaciones a sus derechos humanos.

  • La comunidad LGBTTTIQ+, a través de las distintas plataformas digitales, ha concientizado sobre la discriminación y la violencia que enfrentan a diario; además, de compartir información sobre eventos y manifestaciones a favor de la comunidad. 

  • Los pueblos indígenas, por su parte, usan las redes sociales para reivindicar sus derechos y defender su cultura de quienes, a lo largo de la historia, han querido apropiarse.

  • Los migrantes utilizan las redes sociales para conectarse con instituciones de apoyo para obtener información sobre sus derechos, y buscar ayuda. 

  • Los grupos anarco-feministas,  han logrado organizar eventos y protestas en redes sociales y plataformas digitales, contra el patriarcado y el capitalismo. 

Construyendo comunidades

En el paisaje contemporáneo de la lucha por los derechos y la inclusión, los distintos grupos sociales, en especial los grupos de minorías, como la comunidad LGBT+, se enfrentan a desafíos diversos que van más allá de las barreras físicas. 

La lucha por la diversidad se ha esparcido y ha incrementado velozmente en los últimos años, tanto que el mundo digital se ha convertido en uno de los principales espacios de expresión para la comunidad, pues en el mundo virtual, el espacio para expresarse es infinito, o por lo menos debería serlo.

El espacio digital en el que se construyen las comunidades virtuales permite que personas con las mismas ideologías o intereses se conozcan e interactúen sin la necesidad de tener un acercamiento presencial frente a frente. Las comunidades virtuales se convierten en un lugar seguro para los participantes, pues además de coincidir con otros usuarios con ideas parecidas a las de ellos, se sienten en un espacio de confianza y seguridad para expresar sus propias ideas, pensamientos, creaciones, etc. 

El fenómeno de las comunidades virtuales, refleja la importancia del mundo digital como un espacio de libertad de expresión, pero también como un terreno ideal para la polarización de ideas, posicionarse a favor o en contra de situaciones polémicas, opiniones diferentes o ideologías diversas a las de uno propio. 

No obstante, es importante considerar que dentro del mundo virtual, así como en el mundo real, pueden existir distintas ideologías, contextos, gustos, opiniones, etc., que pueden conducir a que los usuarios comiencen discusiones virtuales entre ellos. La red social “X”, antes “Twitter”, es el espacio digital que mejor demuestra cómo una pequeña discusión en línea, puede llevar a una batalla de comunidades digitales, que puede llevar a abarcar a cientos o miles de personas, en distintas partes de un país, o incluso en distintos países. Las peleas en redes no son lo único que puede llevar a un alboroto de comunidades digitales, sino también el fenómeno de la cancelación y el linchamiento digital, los cuales han llevado a un novel extremo lo que sucede cuando una persona (principalmente una celebridad) dice o hace algo, con lo que el resto de la sociedad no esta de acuerdo, algo que no es socialmente aceptado como correcto. 

Por ello es crucial reconocer la necesidad de que existan estas comunidades virtuales en donde haya un diálogo abierto y constructivo, incluso en la era digital, para evitar la instrumentalización de la cancelación o de las guerras en redes sociales como un arma de confrontación y división. La complejidad de esta dualidad subraya la importancia de abordar a las comunidades digitales con responsabilidad. Pues así cómo pueden convertirse en un espacio de libertad, de conexión y de relación mutua, puede ser un espacio en el que se formen conflictos y discusiones virales. Por lo tanto es importante reconocer sus potencialidades y limitaciones en la construcción de una sociedad más unida e inclusiva.



Referencias:

​​Zacchia, G., Corsi, M. & Botti, F. (2019). The #MeToo Social Media Effect and Its Potentials for Social Change in Europe. FEPS – Foundation for European Progressive Studies. Bruselas, Bélgica.


#1107

Renée Constanza Lara

Karla Paola Munguía


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