Por: Daniela Domínguez Lassard
Llevaba casi toda la cuarentena sin querer meterme a Netflix porque nada de ahí me llamaba la atención. De vez en cuando he sintonizado la plataforma para ver alguna película, aunque lo mío siempre han sido las series. Quizá porque retomé mi amor por la lectura no había querido comprometerme con alguna historia de muchos capítulos y temporadas. Y es precisamente por eso (por el miedo al compromiso) que decidí ver un capítulo de un reality show que está en boca de muchas personas en todo el mundo. Un reality show es inofensivo porque no te obliga a regresar con desesperación a ver el resto de sus capítulos –o eso creía yo hasta antes de ver Terrace House.
Terrace House protagoniza seis jóvenes desconocidxs de veintitantos en una casa preciosa en Japón. Hay cámaras ocultas por todas partes para captar todo, desde las pláticas nocturnas en el cuarto de los hombres y las mujeres hasta cómo preparan las comidas. El programa se emitió por primera vez durante ocho temporadas en Fuji Television en Japón antes de que Netflix entrara en colaboración y en 2015 hiciera más capítulos y temporadas para transmitirlas en su plataforma.
Lo interesante y novedoso de este reality show es lo apegado a la realidad que es. Los miembros del programa no abandonan sus actividades del día a día para estar en el show, sino que cada uno continúa sus ocupaciones, como el trabajo, mientras que en sus ratos libres conviven juntos en la casa Terrace House. Además, hay un panel de seis comentaristas que van reaccionando y haciendo chistes de lo que va pasando en la casa a lo largo de los 12 capítulos, o seis meses, que están conviviendo juntos.
Lo que me encanta de este programa es que no hay un guión creado por lxs productorxs para generar más drama –elemento constante en cualquier TV reality que existe o que conozco que exista–, al contrario, aquí vemos a personas reales conviviendo de manera real y conociéndose de la manera más real posible, lo que en muchas ocasiones lo hace bastante incómodo –pero fascinante de ver. Otra cosa que me ha gustado muchísimo es poder conocer una cultura muy diferente a la mía, como lo es la japonesa, pues su forma de relacionarse es diametralmente opuesta a como lo hacemos en países occidentales, y es como lo he conocido a lo largo de toda mi vida.
Así que sí, Terrace House es un programa que quiero verme un capítulo tras otro a pesar de que para muchos "no pasa nada", pero en esa simpleza se encuentra una gran belleza: la realidad de las interacciones humanas. Sobra decir que la recomiendo muchísimo.
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