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A veces el argumento pro-aborto se centra solamente en erradicar la reproducción de las personas de bajos recursos  El ser humano desde que ...
  • A veces el argumento pro-aborto se centra solamente en erradicar la reproducción de las personas de bajos recursos 

  • El ser humano desde que nace produce una huella de carbono en el planeta, que ni siquiera se reduce lo suficiente siendo vegano o reciclando durante lo largo de su vida

  • Al 27% de mujeres indígenas, en todo el mundo, se les somete a la esterilización forzada



¿De qué hablamos cuando hablamos de ecofascismo? De un ecologismo radical en el que se separa a la humanidad de la naturaleza y se argumenta que la sobrepoblación es la madre de todos los males del planeta. Es decir, a menor población mayores beneficios para el medio ambiente. El problema de este pensamiento, que ha tomado fuerza en las últimas décadas, es que segrega y discrimina, debido a que quienes lo defienden pertenecen a élites económicas blancas, que buscan erradicar a las mal llamadas minorías (indígenas, pobres, migrantes, asiáticos, negros, etc.). 

Es común escuchar a personas que defienden el aborto para que no haya más niños en condición de calle, pero ¿qué pasa con el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo?

A ciertos grupos privilegiados solo les importa que las personas de bajos recursos no se reproduzcan porque, según ellos contaminan la ciudad, se ven mal y crean inseguridad. Es cuestión de perspectiva determinar en realidad quién contamina más; quién tiene los recursos para consumir ropa, alimentos empaquetados y procesados, viajar en avión y transportarse en coche; o quiénes solo viven al día y tienen una mayor probabilidad de morir por falta de estos recursos. Siendo realista, todos los seres humanos contaminamos con el simple hecho de nacer, no importa si somos ricos o pobres, pues los recursos que nos ofrece el planeta no son infinitos: en algún momento se van a terminar ya sea con el 100% de la población actual o con el 50% o el 10%.

¿Cuánto le cuesta al medio ambiente un recién nacido?



Un argumento que dan los ecofascistas es que el ser humano, desde que nace, produce una huella de carbono en el planeta, que ni siquiera se reduce lo suficiente siendo vegano o reciclando durante toda su vida. Lo único que los humanos podemos hacer para que esa huella reduzca lo más posible, es dejar de tener hijos. De esta forma atribuyen la sobrepoblación a países en vías de desarrollo, personas de bajos recursos y a zonas rurales que no tienen suficiente educación sexual ni los medios, y les exigen contar con planeación familiar. 

Un bebé, dentro de los primeros 30 meses de vida, usa pañales, lo que significa un 5% a 11% de los desechos humanos solamente en un año. Si la gente opta por los pañales de tela, siguen contaminando, ya que éstos se lavan y secan, lo que produce también contaminación a pesar de que su volumen baja considerablemente. 

Desde el embarazo, tienes que comprar una prueba, la cual es desechable. Por lo tanto, comienzas a contaminar desde ese momento. Después los análisis y citas con doctores, en las cuales se usan materiales desechables. Se va agregando poco a poco a la contaminación, hasta que llega el momento del nacimiento, los pañales, toallitas desechables, lavar ropa, mamilas y chupones son sólo algunos de los artículos que usan los bebés desde que nacen (a muchos de estos ni siquiera tienen acceso los grupos a los que se busca esterilizar o erradicar).

Al pasar el tiempo se van agregando artículos de uso diario y empaquetados en casi todas las comidas de bebés o niños pequeños. Una persona promedio a lo largo de su vida produce 49 toneladas de basura. Sin embargo, es importante mencionar que falta contemplar la contaminación agrícola, industrial y espacial.

Se dice que un país primermundista contamina más que uno en desarrollo. Esto se debe a que los países en vías de desarrollo no siempre tienen la última tecnología para poder usar cosas desechables, lo cual es bueno en algunos aspectos. Sin embargo, muchos de esos países tienen grandes materias primas, por lo tanto, los países primermundistas normalmente explotan los recursos de los países en vías de desarrollo. Eso también produce contaminación. No es lo mismo que un país primermundista, porque estamos hablando de contaminación industrial o agrícola y la contaminación por persona es mucho menor en países en vías de desarrollo.


Planeación familiar y esterilizaciones forzadas


La ecología de la población describe el equilibrio entre las especies dentro de la naturaleza, todas ellas imponiéndose límites entre sí. Sin embargo, el ser humano es la única especie no depredada o "controlada". Es por esto, que surge esta noción determinista de que el crecimiento de la población debe ser limitado. 

La solución a este problema de sobrepoblación parece ser brillante por su simpleza: la planeación familiar. Pero, como todas las soluciones que se intentan implementar para ayudar al medio ambiente, existen intereses y relaciones de poder de por medio. 

Muchos ambientalistas de alto perfil, como los británicos Chris Packham y Jane Goodall y, de manera más extrema el ambientalista finlandés Pentti Linkola, han declarado públicamente su apoyo a la reducción de la población mundial para frenar el cambio climático. No obstante, siempre son grupos particulares de personas los que se señalan como las poblaciones que deberían reducirse, y esos grupos no son los blancos de clase media del Norte Global.

Según el British Medical Journal, las tasas de natalidad son generalmente más altas en los países del Sur que en los países ricos del Norte. Esta estadística hace responsable al Sur Global, pero son éstos los que menos han contribuido a las emisiones globales de CO2. 

Desde los años veinte, hace aproximadamente 100 años, hombres blancos han intentado controlar las capacidades reproductivas de las mujeres en el Sur global, a través de programas de planificación familiar. Pero impedir que las personas tengan hijos para solucionar problemas sociales, económicos o ambientales más amplios tiene una larga historia sexista, capacitista, clasista y racista. 

Dyett y Thomas escriben sobre el patriarcado, racismo y ecofascismo en donde está insertada la planificación familiar con intenciones cuestionables. Y por intenciones cuestionables nos referimos a esterilizaciones forzadas. 


Los programas de planificación familiar han sido implementados casi exclusivamente en el Sur Global, y han sido promovidos y financiados por países externos. Grandes ejemplos de esto son los programas en Perú o en México, específicamente en el estado de Guerrero. Se somete a las mujeres, la mayoría de ellas de poblaciones indígenas, a intervenciones quirúrgicas para hacerles la salpingoclasia o la histerectomía, muchas veces sin su consentimiento y de manera forzada. 

La peruana Esperanza Guayama, vicepresidenta del Comité de Defensa de Derechos Humanos de las Mujeres Esterilizadas de Huancabamba (CDME), la llevaron a ella y otras mujeres a un hospital para ser ligadas bajo el mandato del gobierno. Empezando la operación, una enfermera se dio cuenta que tenía un embarazo de tres meses, cuando Esperanza lo descubrió le rogó al doctor que no la operaran, que quería tener a su hijo. El doctor procedió sin importarle las súplicas de la peruana y le ligó una trompa. Ella continuó con el embarazo, a pesar de ser bastante riesgoso, y a los ocho meses intentó dar a luz, solo para darse cuenta que su bebé estaba muerto. 

La mexicana Alma, de Tlapa de Comonfort, Guerrero, fue igualmente ligada a la fuerza, tras dar a luz a su primogénito. Mientras ella estaba en labor de parto, le pidieron a su esposo que firmara un documento, y él, temiendo por la vida de su mujer, firmó sin pensarlo. Al día siguiente, le informaron a Alma que su esposo ya había dado su consentimiento para la intervención quirúrgica. En México, la contracepción forzada está descartada como delito en 17 estados. 

"Me sentí mal porque me habían operado a mí en lugar de a mi marido, me puse a llorar. Les dije que tenía mucho miedo a una operación, por eso yo resistí. Siento que no soy la misma, no estoy segura con mi cuerpo", comentó Alma. 

Parafraseando a Dyett y Thomas, este ataque intencional a las mujeres indígenas no debe considerarse como un acto de gracia o de bondad del movimiento de planificación familiar, sino más bien la continuación de un proyecto colonial etnocida y su intento de "remover" a las poblaciones indígenas dentro del Estado. Esto refuerza aún más las ideas de supremacía blanca y hegemonía occidental a través del acto intencional de matar culturas que, de hecho –el que no se mediatice no quiere decir que no exista–, sí están proporcionando alternativas y luchando por el medio ambiente. (1364)

Por: Daniela Domínguez, Sandra Sotelo y Grisell Téllez 

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