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Los perrhijos: lo bueno, lo regular y lo malo

Por Michelle Kahn, Natalia Albin, Andrea Reyes Retana, Edgar Maceda Antes, el mundo se dividía en dos tipos de personas: los que pr...
Por Michelle Kahn, Natalia Albin, Andrea Reyes Retana, Edgar Maceda

Antes, el mundo se dividía en dos tipos de personas: los que preferían gatos y los que preferían perros. Hoy, parece haber una nueva división: los que deciden tener perros y los que deciden tener hijos. Los millennials cada vez optan más por adoptar o comprar perros en lugar de tener bebés, ya sea con sus parejas o viviendo solos. A veces incluso empieza a parecer raro no hacerlo. Como jóvenes, nos hemos adaptado y parece algo completamente normal. Sin embargo, no siempre lo ha sido. ¿Por qué ha empezado este fenómeno?

En primer lugar, y quizá lo más importante, está el dinero. “Somos jóvenes, la verdad todavía no ganamos tanto como para tener un bebé”, comenta Diana, que vive con su pareja en un departamento en la colonia Nápoles y tiene un Golden Retriever de 1 año, “¡Tuvimos suerte de que se quedó chaparro, la verdad!” Según la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de los Servicios Financieros (Condusef), tener un bebé en México puede llegar a costar hasta $130,000 pesos desde el embarazo. Mientras que tener un perro cuesta aproximadamente $15,000 pesos al año, asumiendo que se mantiene sano. En segundo lugar, esta tendencia se relaciona con el modo acelerado en que se vive.

Las nuevas generaciones quieren continuar con sus estudios, viajar por el mundo, tener un trabajo fijo y estar económicamente estables. Tener un hijo no se alinea con estos deseos. Además, cada vez es más tarde cuando las personas se sienten preparadas para asumir las consecuencias que implica tener un hijo. “[Tener un perro] es menos compromiso y responsabilidad”, explica Stephanie, que tiene un Labrador de 3 años, “quita esas complicaciones e incluso sirve como una buena práctica para acostumbrarse a al compromiso de llegar a tener una
familia en el futuro”.

Además, existen otras tendencias que van de la mano con tener perros. Por ejemplo, la idea del cuidado propio y de buscar la salud mental antes que cualquier otra cosa antes no existía con tal magnitud. “Hoy en día, la gente primero busca superarse como personas antes de empezar a tener una familia”, dice Deborah, quién tiene dos perros adoptados. Los jóvenes piensan que es más sencillo buscar un vínculo con animales que tomar la decisión tan precipitada de tener un hijo.

Los millennials han crecido en un mundo en el cual la cantidad de personas se ha convertido en un problema: gastos de recursos, contaminación y calentamiento global son parte del entorno. Por esto, muchos dicen que “no hay necesidad de tener a más personas en el mundo. O adopta un hijo o adopta un perro, pero hijos propios me parece ya demasiado”, dice Diana. 

Las nuevas generaciones también optan por perros ya que les dan más libertad. Los perros son mucho más fáciles de cuidar que un niño. Un perro los va a recibir cuando lleguen a su casa, los acompaña y necesita de sus cuidados, - dando un sentido de felicidad al ser necesitados - pero no es absolutamente dependiente. Por lo tanto, sus dueños (o padres) tienen la libertad de ir a trabajar, tener planes sociales u otras actividades y responsabilidades sin tener que preocuparse. 


La tendencia también ha favorecido a los mercados, la cercanía de un dueño a su perro crea una gran oportunidad para las marcas. Algunas mascotas tienen incluso lo que muchos humanos no: viajes, cuentas de redes sociales, comida orgánica, incluso hay perros que toman cerveza especial para ellos. Esto abre las posibilidades a las marcas para sacar productos dirigidos a este tipo de público. Lo anterior ha incentivado un mercado que, según Milenio, vale “aproximadamente mil 900 millones de dólares y se espera llegue a 2 mil 700 millones en 2022”. 

Sin embargo, el tener perros en lugar de hijos no significa que no se puedan tratar como tal. Algunas personas que siguen esta tendencia incluso se ofenden cuando alguien le dice “mascota” o “animal” a sus perros, porque ellos los consideran como si fueran parte de la familia: son sus hijos y ellos no son sus dueños, sino sus papás. Junto con esto, a veces los humanizan demasiado. Por ejemplo, les compran ropa para todos los días, su camita de lujo, duermen con ellos de cachorros, festejan sus cumpleaños y les hacen fiestas. 


Los perros no están necesariamente hechos para ese trato, puesto que no entienden muchos de los comportamientos. Por ejemplo, un perro no entiende que es su cumpleaños. O si duermen en la cama de sus dueños cuando son cachorros (como si fueran un bebé), de adultos siempre van a querer dormir ahí, ya que no hay racionalización de “crecer”. Estos comportamientos no son dañinos para los perros en términos de salud, sino que al crecer son muy dependientes de sus dueños. “Mi perro sigue siendo como un cachorro. No lo puedes dejar solo ni un segundo por malacostumbrado. Lo consentimos demasiado de cachorrito,” nos cuenta Amaya, dueña de un French Poodle de 12 años. 

Incluso hay personas que cambian su estilo de vida para incluir a sus mascotas dentro de sus rutinas. Esto no siempre es lo más sano, pues es importante mencionar que México además de tener el primer lugar en sobrepeso de humanos, tiene el primer lugar de sobrepesos en perros. Esto se debe, entre muchas otras cosas, por querer consentir a los perros y estarlos premiando constantemente con alimento, muchas veces alimento de humano, que puede ser dañino para ellos.



Hay muchas razones para escoger perros en lugar de hijos y muchas veces está bien comprar productos para ellos, siempre y cuando no sean dañinos. El problema viene cuando se tratan como hijos literalmente, ya que se trata de una compensación poco sana tanto para los dueños como para los perros, creando una dependencia.



2 comments:

  1. Estoy de acuerdo en todo. Tengo 2 perritas adoptadas y son lo ideal para este momento en mi vida (antes de tener hijos...si es que llego a tener).

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