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¿Somos todos líquidos?

¿Somos todos líquidos? Natalia Flores Con el paso de los años, la sociedad, como masa ha ido cambiando y, nosotros como individuos, muchas v...

¿Somos todos líquidos?

Natalia Flores


Con el paso de los años, la sociedad, como masa ha ido cambiando y, nosotros como individuos, muchas veces nos alejamos del pensamiento global para entender y definirnos como personas diferentes a lo establecido. No significa que dejemos de identificarnos con las costumbres y tradiciones, aunque en algunos casos sí pasa, sino que comenzamos a cuestionarnos sobre lo que piensa y dice la sociedad en temas como el machismo, la igualdad de género, el aborto legal o no o incluso en cuestiones laborales. En realidad, salimos de nuestra zona de confort y algo como la espiral del silencio, deja de formar parte de nuestras vidas.


“El árbol genealógico también se poda”, decimos muchos jóvenes. Partiendo de esta conocida frase, notamos que, el pensamiento antiguo de que a los mayores pero sobre todo a la familia se le respeta, ha quedado de lado. No porque no se quiera respetar a cualquier persona, sino porque como individuos que vemos por nosotros mismos, hemos notado que lo más importante para sobrevivir en la jungla que llamamos sociedad, es salvaguardar nuestra salud mental.


Desde cosas tan simples como entender y respetar la salud mental, el derecho a la igualdad de género entre otras cosas, podemos notar los verdaderos cambios entre generaciones. No porque no hayan existido antes, sino que ahora no se puede ocultar más. Nadie quiere vivir con miedo, ni oculto. 


Bauman y la modernidad líquida

Bauman, define la modernidad líquida como una categoría sociológica que nos ayuda a  definir el estado actual de nuestra sociedad. Bauman, la define como una figura de cambio constante, debido a factores educativos, culturales y económicos. La modernidad líquida se nombró debido a que la metáfora de la liquidez permite demostrar la inestabilidad de las relaciones humanas tanto en lo afectivo como en lo laboral. Aunque las redes sociales juegan un papel importante en la modernidad e identidad líquida, ya que nos permiten conectarnos con muchas personas al mismo tiempo, pero a la vez desconectarnos cuando queramos: un clic representa una nueva conexión o un puente en las relaciones humanas: ya sean amistades o amor.



“Identity is such a modern invention”. (Bauman, 1998, p.18). Bauman, explica que el ser humano sólo piensa en identidad cuando no sabe a qué lugar pertenece. Sin embargo, también se refiere a que hemos de reflexionar y encontrar un grupo en donde no seamos juzgados o señalados y en donde las diferentes “identidades” congenien para formar y definir un nuevo grupo, sabiendo por donde llevar cualquier situación. Aunque, si bien podemos encontrar a personas parecidas a nosotros y formar grupos cómodos, ¿hemos de vivir siempre condicionados por sentirnos cómodos para poder exponer nuestras ideas y pensamientos?


La modernidad en la que vivimos no solo nos ha dejado cambios a nivel sociedad, también hemos aprendido a no quedarnos callados. La “generación de cristal”, como muchas generaciones denominan a la generación Z, es la que se ha atrevido a exponer cosas que estaban mal como: la explotación laboral, la desigualdad de género, el aborto como delito, entre otras. ¿Les molesta que la generación Z tenga el valor de exponer lo que no le gusta o no está bien solo porque tienen el valor de hacerlo? Debemos verlo como un bien a la sociedad, un cambio que nos favorece a todos, no solo por cuestión de que sea bueno o malo, sino porque muchas de las luchas que existen actualmente son por nuestros derechos. 


“To say ‘postulated identity’ is to say one word too many, as neither there is nor can there be any other identity but a postulated one”. (Bauman, 1998, p.19). La identidad es algo que, aunque va cambiando conforme maduramos y crecemos, nos define como personas y como individuos, es nuestra forma de diferenciarnos los unos de los otros. En algunas ocasiones, debemos adaptarnos a los grupos en los que estamos, muchas veces por respeto, por paz mental o por tolerancia, que en alguien debe caber. Aunque en realidad, por más que nos adaptemos y modifiquemos nuestro comportamiento dependiendo del entorno en el que nos encontremos, siempre volvemos a nuestra identidad, porque es nuestra, ya está definida. 


“Elsewhere I suggested that modernity was prominent for the tendency to shift moral self either towards socially constructed and managed supra-individual agencies, or through floating responsibility inside a bureaucratic ‘rule of nobody’”. (Bauman, 1998, p. 32). La identidad no solo nos define como individuos, sino que nos da el valor de decidir por nuestra propia cuenta quiénes somos y hacia dónde vamos. En el pasado, la masificación de ideas era una realidad, hacer lo que la sociedad decía en todo momento era el pan de cada día, no solo porque “las cosas siempre han sido así y seguirán siendo así”, sino porque había que guardar las apariencias, no provocar escándalos ni crear rumores alrededor de la familia o de uno mismo. 


Identidad líquida: CDMX en el incierto 2021


No solo pasamos por una pandemia, sino que nuestras vidas cambiaron con ella y, afortunadamente, podemos decir que somos sobrevivientes. Pero la realidad es que las vidas de casi todos nosotros cambiaron, ya sea para bien o para mal. La cuarentena derivada de la pandemia, nos hizo pasar tiempo a solas, pensar en cosas que antes no nos cuestionábamos y, probablemente hasta cambiar algunos comportamientos y pensamientos. 


Eventos como:

Nos recuerdan que, aunque muchas personas luchan día tras día y alzan la voz, la lucha no ha terminado. Seguimos luchando contra aquellas personas que todavía viven con los prejuicios de antaño, contra aquellos que hacen uso de la Iglesia como fuente de sabiduría y mandato, contra aquellos que quieren ser respetados pero que no respetan a los otros. 


Finalmente, nuestra identidad también cambia frente a las redes sociales. En las redes sociales plasmamos todo aquello que las personas esperan ver de nosotros y lo que nosotros queremos que vean:

  • Nuestros gustos musicales
  • Pasatiempos
  • Intereses


Pero en realidad, ¿somos lo que mostramos en redes sociales todo el tiempo? Nuestra identidad varía dependiendo de la red social, en Instagram podemos apelar por una identidad aesthetic, en Tinder somos no solo nosotros mismos sino que evolucionamos a lo que creemos que podría interesarle a la gente. En Twitter escribimos como si lo hicieramos para nuestro diario y en Facebook, como los memes divertidos que compartimos. En público, ¿somos siempre lo que queremos que vean o realmente somos nosotros mismos?


Referencia:

Bauman, Z. (1996). From Pilgrim to Tourist - or a Short History of Identity. In Questions of Cultural Identity. P. 18-36 


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