Hace aproximadamente un año y siete meses inició la cuarentena más larga de nuestras vidas. Nuestras rutinas diarias, la forma como convivimos con nuestros colegas, amigos y familiares ha cambiado drásticamente pero de alguna u otra forma nos hemos adaptado a esta nueva realidad. Una de las herramientas o tecnologías que ya se han vuelto parte de nuestra rutina diaria son los programas de videoconferencia como Zoom, Teams, Meets, Discord, entre otros. Pero una solución que parecía lo más sencillo y cómodo las primeras 3 semanas de encierro, hoy el cansancio, la fatiga mental y la auto-explotación y exigencia han llegado a su límite.
El autor Byung-Chul Han explica en su artículo "Zoom Fatigue" la forma en que debido a las largas horas de exposición a las interminables videoconferencias han logrado hacer que nos sintamos mucho más agotados que de costumbre. Esto se debe a que es más común que nosotros nos explotemos voluntariamente para rendir más, tener una vida más plena, optimizar nuestro desempeño sin alguna presión externa. El tener la ausencia de rituales comunes como asistir a una oficina, trasladarse a la escuela o simplemente cambiarse de ropa para trabajar es otro factor que propicia el cansancio ya que carece de una estructura de tiempo y forma que nos dan estabilidad en nuestras vidas.Menciona que al convertirnos en video-zombies, nos podemos llegar a agotar teniendo presente nuestro rostro como si fuera un espejo, potenciando nuestro narcisismo y sacando lo peor de nuestras inseguridades.
Lo interesante para el futuro será comprobar si este tipo de orden y rutina se seguirá implementando y el reto de saber cómo adaptarnos de nuevo a lo que alguna vez fue la vida normal.
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