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El juego del tonto ¿Somos o jugamos?

  La palabra libertad en nuestra actualidad ha tomado un sentido completamente diferente, o más como que  ha perdido su sentido por completo...

 

La palabra libertad en nuestra actualidad ha tomado un sentido completamente diferente, o más como que

 ha perdido su sentido por completo. Nos hemos convertido en fieles creyentes de que somos ciudadanos

 de un mundo libre, una sociedad llena de oportunidades a nuestros simple y rápido alcance. Dentro del 

mundo de la tecnología, la escuela en zoom y las vidas en las redes, todo parece posible, la libertad, 

especialmente la de expresión es más tangible que nunca. Nos hemos llegado a sentir poderosos, con 

voces que podrían mover montañas con un solo click. A pesar de que esto puede llegar a ser cierto, la 

gran mayoría ignora, no necesariamente de manera forzada, la realidad que nos rodea, especialmente 

dentro del mundo de nuestras decisiones políticas. Nuestras ideas han dejado de ser nuestras sin nuestro

consentimiento, en la época en donde nos sentimos más libres en realidad la caja solo paso de estar 

hecha de barras y ladrillos a ser de pixeles y likes. El filósofo y escritor Byung Chul-Han nos explica este 

fenómeno como psicopolítica

 

 



Antes de los días de nuestro querido Facebook y el adictivo instagram, los líderes de nuestra sociedad 

debían de mantener el control a base del cuerpo, es decir la amenaza del dolor físico, el 

encarcelamiento y/o castigos del tipo eran la manera de mantener a los ciudadanos en su lugar, era un 

tiempo de utilizar el miedo en mayor cantidad y dejar la esperanza un poco de lado. La vigilancia eterna 

era de libros distópicos de terror, los castigos eran de temerse, la biopolítica se encargaba del control a 

base del cuerpo del pueblo. Los tiempos han cambiado, nadie lo sabe tanto como las generaciones que 

vivimos esta pandemia, los días de la biopolítica quedaron en el pasado, la necesidad de hacer temblar 

a las personas ya no es necesaria. El poder ha dejado, por su gran mayoría, de ser brutal y ha pasado a 

ser inteligente. La transición de bio a psicopolítica tiene muchas implicaciones, para comenzar, como lo 

establece el nombre, nos concentramos en la mente y psique en lugar del cuerpo, pero también 

cambiamos el miedo por la esperanza y las expectativas. Al comienzo puede sonar como algo bueno, 

pasar de intentar causar terror a algo un poco más alegre, sin embargo esto es todo lo contrario. 

El controlar la mente de manera inteligente significa que tenemos que ser responsables de nosotros 

mismos sin la posibilidad de verdadera libertad. Antes estábamos enterados de la dominación que nos 

aplastaba, ahora somos parte de ella. Esta nueva forma de control nos hace no solo querer ser reinados 

por una dictadura perfecta, sino que nos impulsa a ser nuestros mismos amos mientras que somos los 

esclavos, esta época de positividad tóxica y expectativas fuera de nuestro alcance es lo que nos hace 

auto explotarnos. “El poder inteligente, amable, no opera de frente contra la voluntad de los sujetos 

sometidos, sino que dirige esa voluntad a su favor.” (Han 2014) 

 


 

 


Creemos ser libres de elegir nuestro propio camino, cuando en realidad este ha estado marcado desde 

el inicio. Lo vemos en prácticamente cada aspecto de nuestra vida, la moda, la cultura y nuestra vida 

social, pero en donde lo podemos ver explícitamente y en donde se nos presenta de manera mucho más 

importante es en el mundo de la política. El gobierno, en especial los de latinoamérica pueden ser 

reconocidos como violentos y brutales en lugar de inteligentes y manipuladores, sin embargo en 

nuestros días no se pueden dar el lujo de serlo por completo, “El poder, sin duda, puede exteriorizarse 

como violencia o represión. Pero no descansa en ella.” (Han 2014) A pesar de que todavía podemos ver 

estas forma de control, nuestros gobiernos han trabajado arduamente para controlar nuestras mentes a 

través de las redes sociales. Este control se basa en entendernos como personas, lo cual ya no necesita 

del panoptismo barthiano de antes, con un simple algoritmo en las redes pueden tanto saber lo que 

buscamos y queremos hasta lo que vemos y entendemos de eso. “Se explota todo aquello que pertenece 

a prácticas y formas de libertad, como la emoción, el juego y la comunicación.” (Han 2014) Se nos 

explota de manera menos cruel y más suave, pero también más eficiente. 


Somos dirigidos como niños pequeños a creer que somos libres cuando en realidad todas nuestras 

decisiones ya han sido tomadas, mientras aceptamos de manera pasiva. Esto nos lleva a otro fenómeno 

dentro de la llamada por la escritora Antaki “mediocracia”, nuestra pasividad ante el control y el 

sentimiento de presión que se nos pone encima para auto exigirnos ser mejores nos lleva a encontrar 

una zona de confort en un círculo vicioso de denominación controlada. Tener toda la información que 

podríamos necesitar en nuestra mano es una bendición y una maldición, la posibilidad de enterarnos de 

lo que en realidad nos hacen nuestros gobiernos nos aterra, no solo porque podríamos salir lastimados 

sino que nosotros mismos tendríamos que salir de un sistema que está hecho para hacernos sentir bien. 

"Accede al conocimiento y conocerás la tristeza" (Antaki) Jugamos un juego tanto con los que llevan la 

batuta en nuestra política como con nosotros mismos, nos hacemos los tontos ante el poder inteligente 

que nos hace sentir libres, felices y productivos. Un ejemplo podrían ser las fake news, con tanta 

información fuera, resulta bastante fácil investigar acerca de un tema a profundidad y saber cuando una 

noticia es falsa, en lugar de eso, preferimos tragarnos la primera noticia que miramos, en México las 

noticias que solo son medianamente ciertas nos rodean y envuelven casi por completo, son pocas las 

personas que llegan a checar en una segunda fuente de información los datos que se nos proveen. Esto 

resulta porque caer en brazos de ignorancia y creer en nuestros líderes parece el nuevo tema de 

nuestra generación, es mucho más cómodo y menos perturbante. 

 


 


Nuestros gobernantes están concientes de nuestra adicción y auto flagelación ante los momentos de 

relajación, y nosotros también somos concientes, en algún nivel, del control que nos lleva pero nos gusta. 

Jugamos al juego del tonto, y resulta, que somos bastante buenos en eso.

 

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