Likes, no discusiones políticas: las redes sociales y la degradación del debate público

  Likes, no discusiones políticas: las redes sociales y la degradación del debate público De cara a las elecciones federales de 2024, partid...

 Likes, no discusiones políticas: las redes sociales y la degradación del debate público


  • De cara a las elecciones federales de 2024, partidos políticos y aspirantes esterilizan la conversación sobre el estado actual de la democracia

  • Lxs votantes ya son datos y algoritmos, no ciudadanxs con exigencias legítimas.

  • La espectacularidad de la política en la era digital: hacerse público para recibir menciones


En la antesala de las elecciones federales del próximo año, diversas discusiones han surgido respecto a un diagnóstico actual de la democracia, esto es, el espíritu participativo y proactivo en la vida política del país. Por supuesto, derivado de esos  debates, surge la problemática del uso de las plataformas digitales para generar una opinión/decisión trascendental al momento de ejercer nuestros derechos democráticos. ¿Verdaderamente contribuyen las redes a la creación de una ciudadanía consciente del pulso sociopolítico? ¿O abren la puerta a discursos propagandísticos y de rechazo que tienden a fracturar la colectividad? 


Más aún, convierten el deber público de la política en un asunto de mercadotecnia: usar las redes sociales para hipersegmentar públicos con el objetivo de lucrar con sus exigencias, legítimas sin duda, para crear productos de consumo cuyos mensajes desestiman aquellas demandas. Es la tragedia más predecible, fabricar ilusiones, venderlas e incumplirlas al arribar al poder. Lxs ciudadanxs ahora son datos, realidades cuantificables que son reducidas a pura estadística, sin priorizar su complejo contexto cultural, económico, social e histórico. Ahora, lxs funcionarixs públicxs enfocan sus campañas en ‘me gusta’ y algoritmos. 


El AI Chat GPT ofrece esta explicación sobre el fenómeno: “Las redes sociales han cambiado la forma en que la gente consume noticias y se informa sobre los temas políticos. Las noticias falsas y la desinformación pueden propagarse rápidamente a través de estas plataformas, lo que puede tener un impacto significativo en la opinión pública y en la toma de decisiones políticas”.


Contrarrestando el realitysmo: construir nuestra narrativa y realidad más allá de los medios 


Ciertamente, la hegemonía informativa ha establecido “una fábula (...) un reality” del mundo, pues como menciona Maurizio Ferraris, en la era de los nuevos medios  “se ha asistido al reino del ‘no hay hechos, sólo interpretaciones’” (Ferraris, 2012, p. 4). Surge de este modo un fenómeno singular, propio de las redes sociales: la construcción de un dispositivo a partir de la dislocación de lo real a la materia informativa e interpretativa. Lo que importa no es el fondo, sino la forma. Inquieta, entonces, la influencia de TikTok y Twitter en cómo conducen la agenda política en el país. ¿Cómo discutir políticas públicas, acciones, propuestas e iniciativas si esta triada (conglomerados, gobierno y mercado) mantiene sus intereses? 


Desde la simplificación de una realidad, hasta la banalización de la cultura, medios y personalidades han ocupado las redes para conectar con sentimientos de las audiencias. Pero es importante destacar que no representa a todas las personas. Precisamente, el argumento en contra de la aclamada ‘democratización de los medios’ viene desde el siguiente punto: “excluye necesariamente a la mayoría de los individuos y es, por ende, no democrático (...) la demostración es accesible para unos cuantos” (Antaki, 2004,  p. 293). Conforme al planteamiento anterior, es contundente que la esfera digital no habla para y con todxs. Tiene su propio lenguaje, sus lógicas y dinámicas que terminan por agotar el dulce canto de la democracia.


La cuestión de que lxs candidatxs no se centren en la verdad al momento de hacer sus campañas es porque las estrategias en campañas tiene como función que las noticias en las redes sociales o el contenido que se crea tiene como función generar comunidad y no en difundir la información. Las publicaciones sirven para dar a conocer la personalidad de lxs candidatxs, conectar con comunidades que tienen la misma forma de pensar y darse a conocer, pero no por sus propuestas o por su trayectoria sino por quien logra hacerse viral.


Por ello, la objetividad no está presente porque lxs ciudadanxs comparten lo que les parece divertido o llamativo, y obviamente este tipo de contenido va ligado a los intereses de lxs políticxs.


Del ágora al espectáculo: ¿qué futuro tiene la política en la era digital? 


Otro aspecto fundamental de las campañas en redes sociales es que no deliberan propuestas innovadoras para los retos de futuras generaciones; establecen estrategias de comunicación que traduzcan el descontento y la urgencia a espectáculo y entretenimiento. Ocurrió en las elecciones intermedias de 2021, cuando celebridades montaron un teatro politizado para llamar al voto y así favorecer a un partido. En medio de la contingencia sanitaria por el coronavirus y un sexenio en decadencia, el poder prefirió transformar el malestar social en un auténtico show, donde no se habló de crisis política, sino de influencers que aceptaron dinero a cambio de hacer propaganda para el Partido Verde y que acapararon la atención mediática, eludiendo temas prioritarios para el país. Lo que favoreció al partido, ya que este escándalo nos desvió de la verdad y solo generó desinformación y tuvo un gran impacto en la opinión pública.


Las elecciones en nuestro país

Lxs candidatxs al darse a notar y ser reconocidos por la sociedad le hace creer a las personas que estos pueden hacer todo y creen en ellxs, debido a que la desinformación no ayuda a pensar objetivamente. Además con la ayuda de las redes sociales se desvía la atención de lxs ciudadanxs y los partidos políticos no son transparentes con la información sobre si están cumpliendo sus funciones. Es decir, las personas se centran en lo viral porque la tecnología ahora nos hace estar más a la expectativa de lo inmediato y el contenido que es fácil de digerir, entonces que en las redes sociales lxs candidatxs hagan contenido “divertido” o “de moda” genera cierta simpatía hacia ellxs y no se puede tener un voto inteligente. 


Lo que nos espera como sociedad y como país en las elecciones del 2024 es una gran explosión de contenido mediático por parte de todos los partido políticos y no por el hecho de dar a conocer sus propuestas o sus funciones, sino que las redes sociales se convertirán en una guerra digital por ver qué candidatxs se ganan la simpatía de la gente, por quién se logra posicionar entre la multitud, olvidándose del principal objetivo de las campañas. Elegir a la mejor posición para representar al país y no elegir a quien se hizo más viral o quien desvió más y de mejor manera la verdad. 


Ahora, nos queda como población ser más conscientes sobre el contenido que nos aparece en redes sociales y más si se trata de las elecciones del 2024. No dejarnos guiar por contenidos audiovisuales que no nos marquen la verdad sino por contenidos que realmente nos informen, porque decisiones tan importantes como esta no deben de ser así de fáciles o inmediatas. En este ámbito, hay que consumir e informarse responsablemente.


Integrantes: 

Itzel Villegas

Jaime Ramos


Número de palabras: 1125


Referencias:

  • Antaki, I. (2004) El manual del ciudadano contemporáneo. Editorial Planeta.

  • Ferraris, Maurizio. (2012) Manifiesto del nuevo realismo. Ariadna Ediciones. Santiago, Chile.

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