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Eddie Murphy en Coming to America

Entre la gran selección de películas que ofrece Netflix para esta cuarentena, podemos encontrar una joya de los ochenta. Se trata de la película Un príncipe en Nueva York (Coming to America). Es un excelente momento para verla, porque a finales de este año, si la pandemia lo permite, se estrenará la secuela Coming 2 America.

La comedia de 1988, dirigida por John Landis y protagonizada por Eddie Murphy, a simple vista puede parecer una típica película hollywoodense que usa estereotipos para proporcionar un rato de risas. Pero la realidad es que si nos adentramos a analizarla, podemos encontrar grandes reflexiones sobre nuestro contexto social.

A grandes rasgos, la película trata del príncipe Akeem (Murphy) que proviene del reino ficticio de Zamunda, en África, y viaja por primera vez a Nueva York, con su amigo Semmi (Arsenio Hall). Ambos tratan de adaptarse a una cultura que no conocen, causando muchas situaciones divertidas.

Además de ser entretenida, hay varios aspectos que hacen que esta película sea interesante. Uno de los más importantes es la forma en la que se ejemplifican las distinciones culturales, en este caso entre América y África.

Akeem y Semmi llegan con distintas expectativas sobre Estados Unidos. Absolutamente nada los prepara para el choque cultural que les espera. A lo largo de la trama, ambos deben buscar la forma de adaptarse. Para poder entender a fondo el peso de las diferencias culturales que vemos representadas en la película, es importante tomar en cuenta el texto The Clash of Civilizations, escrito por el renombrado --y controversial-- politólogo estadounidense Samuel P. Huntington.

La teoría de Huntington... ¿en Un príncipe en Nueva York?

En su texto, Huntington explica que antes y durante la Guerra Fría, las sociedades se dividían por ideologías políticas. Estas eran principalmente la occidental-capitalista y la oriental-comunista. Al acabar el conflicto, los países empezaron a enfatizar más su identidad cultural: aquello que hace único a cada país. Huntington lo resume de la siguiente forma: “Ahora, para los países pierde importancia los términos políticos, el sistema económico o hasta el nivel de desarrollo económico, en cambio se vuelve mucho más significativo la cultura y la civilización”.

Aunque en la película de Landis se muestra una cultura ficticia "chocando" con la cultura estadounidense, se retrata perfectamente la importancia de las diferencias culturales y de la identificación social. Al llegar a Queens, Nueva York, Akeem piensa que puede seguir actuando como en su país; sin embargo, se lleva grandes sorpresas al enfrentarse a la precariedad laboral, la inseguridad y la xenofobia.

Eddie Murphy y Arsenio Hall


Desde un inicio, el príncipe y su acompañante tratan de desprenderse de sus verdaderas identidades y comienzan a fingir ser estudiantes de intercambio. Esto lo hacen para no llamar la atención y vivir la "experiencia americana". Sin embargo, las costumbres que tienen dejan claro que hay algo raro. Para poder mezclarse bien con el resto de la gente, tienen que rentar un apartamento en malas condiciones. Además compran ropa nueva para no llamar la atención. Con estas pequeñas acciones podemos notar cómo los personajes de un país no occidental deben desprenderse de su identidad para encajar con el resto de la gente.

A través de este tipo de situaciones, Un príncipe en Nueva York, representa mediante la ficción problemáticas actuales como el rechazo, el racismo, los estereotipos y poca comprensión entre culturas. Estos temas fueron centrales en las ideas de Huntington. Sin embargo, el politólogo hizo mucho énfasis en los árabes y orientales.  De acuerdo con él, "Los conflictos más importantes del futuro ocurrirán en las fallas que separan a una cultura de otra". Esto queda más que claro solo con ver las grandes guerras del presente: el conflicto en Siria, el genocidio en Birmania, el rechazo a los refugiados árabes en Europa, entre muchos otros. El conflicto que vemos en la película es mucho menos violento que los anteriores, pero sigue siendo un choque entre visiones del mundo.

Akeem y Semmi comienzan a trabajar en un restaurante llamado McDowell's, una copia de McDonald's, que muestra los malos tratos que suelen tener los empleados de servicio de grandes corporaciones. Ambos personajes estaban acostumbrados a lujos inimaginables y deben sacrificarlos por dos razones: la primera es para conseguir algo de dinero por su propia cuenta y la segunda es porque Akeem quiere enamorar a Lisa, la hija del dueño del restaurante. El príncipe parece adaptarse un poco mejor al estilo de vida de la clase trabajadora, pero Semmi no corre la misma suerte. Este último utiliza su estatus social para presumir y, de esta forma, ser mejor recibido.

Está película nos permite ver la visión que tiene el occidente, especialmente Estados Unidos, de las otras culturas. Los africanos son vistos como ciudadanos de segunda clase, incluso por los afroamericanos que, en su propio país, suelen ser discriminados. Muchos de los personajes tratan mal a Akeem cuando saben que viene de Zamunda. Sin embargo, la actitud cambia por completo cuando descubren que es el príncipe de ese país. Esto queda claro con el señor McDowell, ya que, al momento de enterarse de que Akeem es el heredero al trono de un país, trata de influenciar a su hija para que empiecen una relación.



Otra parte importante de la película es la representación de la otredad. "Mientras la gente define su identidad en términos étnicos y religiosos, es probable que vean una relación "nosotros" contra "ellos" entre ellos y personas de diferente etnicidad o religión", escribió Huntington. Esto queda claro en la película con el personaje de de Darryl, el novio de Lisa, que se cree mejor que Akeem solo porque ser estadounidense. Él basa su visión del mundo en estereotipos que causan enemistad con personas de otras culturas.

Adicionalmente, un tema de suma importancia, que se puede ver reflejado en la película, es el peso del occidente sobre las otras culturas. Esta influencia fue precisamente lo que inspiró a Akeem a ir de viaje a Estados Unidos. Como menciona Huntington,“El occidente está actualmente en un extraordinario pico de poder en relación a otras sociedades”. Akeem busca la “felicidad” en el mundo occidental, ya que considera a Nueva York como la ciudad de la libertad. Aunque al final decide regresar a casa --en buena medida obligado por su padre, el rey Jaffe-- en la película se reitera de formas sutiles y no tan sutiles  que el occidente es mejor, promoviendo ideales como el american dream. Todos estos elementos son una clara representación de la realidad y la conciencia colectiva de los occidentales.

Ver esta película es una buena oportunidad para reflexionar sobre lo que asumimos como correcto simplemente por ser parte de nuestra cultura. Te invito a que, en este tiempo en casa, te animes a analizar las películas de Hollywood más allá de lo obvio. Encontrarás interesantes análisis sobre la forma en la que piensan los occidentales y de los sacrificios individuales que deben hacer todos aquellos que no encajan con la norma establecida.




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