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Sofía Guerrero, Susana Martínez, María Antonieta Bolliger, Esteban A. Catalán.  En la película Un Príncipe en Nueva York , (Landis, 198...


Sofía Guerrero, Susana Martínez, María Antonieta Bolliger, Esteban A. Catalán. 

En la película Un Príncipe en Nueva York, (Landis, 1988) conocemos a Akeem, príncipe y heredero al trono de Zamunda, una región (ficticia) de África. En Zamunda no existe la democracia e incluso el príncipe está a la disposición del rey, su padre, quien tiene la última palabra en todas las decisiones. Como es costumbre en esa región, al cumplir los 21 años, el príncipe se debe casar con la mujer que el rey ha elegido para él. Se trata de una mujer cuyo único trabajo, para el cual ha sido educada desde su nacimiento, es cumplir las demandas de su marido. Akeem piensa distinto y le gustaría compartir su vida con una mujer con mente propia, así que decide ir en busca de ella a Estados Unidos de América, “la tierra de las oportunidades” como se describe en el tráiler.




En este viaje ocurren todo tipo de situaciones cómicas, pues Akeem y su ayudante Semmi llegan a una tierra muy distinta a la que conocen. Akeem está tan determinado a encontrar a una mujer que lo ame por quien es y no por su trono que esconde su identidad. Busca hospedarse en un barrio bajo en Queens, cambia sus ropajes y joyas por ropa de una tienda de regalos, se hace un corte de cabello y deja a un lado su posición privilegiada para vivir como un plebeyo.


Un mundo occidental

Quizá se pregunten qué hay de malo en lo que hizo Akeem para encontrar el amor, y en realidad no hay nada “malo”, pero esas pequeñas acciones tienen un trasfondo mucho más profundo.

Comienzan cambiando su vestimenta para verse como “verdaderos neoyorquinos”, buscan vivir tal como lo hacen en su barrio y entre tanto cambio se pierde la noción: si lo hacen para camuflar su verdadera identidad o si lo hacen porque comienzan a disfrutar esa vida. El momento más significativo es cuando Akeem corta la mecha de cabello que se ha dejado crecer desde su nacimiento, renunciando a todo para lo que fue criado y adaptándose a una nueva meta de vida. En pocas palabras, Akeem y Semmi sacrifican su cultura para pertenecer a otra. 

Samuel Huntington predice en El Choque de las Civilizaciones (1993) que los futuros conflictos globales serán similares:

“Es mi hipótesis que la fuente fundamental de conflicto en este nuevo mundo no será principalmente ideológica o principalmente económica. Las grandes divisiones entre la humanidad y la fuente dominante de conflicto serán culturales"




El occidente normalmente tiene el poder y los recursos para imponer sus formas a un mundo no occidental y es común que otras civilizaciones quieran replicarlas. Y dentro de occidente existen aún más subdivisiones que nos recuerdan que no somos iguales, como cuando Estados Unidos se denomina América, excluyendo al resto del continente. Con todo este gran poder, Estados Unidos se ha encargado de que los demás países quieran tener su misma identidad y demostrar que su forma de hacer las cosas es una verdad universal.

Es así como Akeem prefiere adaptarse a una nueva cultura y hacer las cosas como en Occidente para obtener el estilo de vida y los beneficios que ésta ofrece. 

No está mal cuestionarse y buscar otras formas que no son los propias para vivir, Huntington (1993) asegura que es normal hacerlo: "Las personas pueden redefinir y, de hecho, redefinen sus identidades y, como resultado, la composición y los límites del cambio de civilización". Lo que no debería suceder es que se anulen o invaliden a otras civilizaciones.

El mismo título de la película Coming to America, en su idioma original, habla de una exaltación hacia Estados Unidos y de toda una travesía. Esto no permanecerá así por siempre, pues estos papeles están siendo revertidos.



Nos enfrentamos a la otredad

¿Estamos viniendo a América o América está llegando a nosotros? The american way of life definitivamente no es la única manera, ni necesariamente la mejor. Las civilizaciones se apegarán a sus formas y a sus creencias y si no hay tolerancia al otro surgirá el conflicto. Lo que nos hace diferentes no debería ser comparado ni ponerse a competir, esas diferencias son las que nos enriquecen y son con las que deberíamos aprender a vivir y convivir. 

En palabras de Huntington (1993), “Las diferencias no necesariamente significan conflicto, y el conflicto no necesariamente significa violencia.”



Referencias:

Huntington, Samuel. (1993) “The Clash Of Civilizations?”. Estados Unidos. Revista Foreign Affairs, vol. 72

Un príncipe en Nueva York. 1988. [film] Directed by J. Landis. Estados Unidos: John Landis.

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