El inicio de los linchamientos
Hay diversas formas en las que la sociedad ha estructurado su manera de comportarse y de crear patrones de conducta, los cuales han pasado de generación en generación y que de igual forma se han ido adaptando según el contexto en el que se vive. Estas conductas suelen corregir o evitar que las acciones de los seres humanos sigan un estándar en donde de manera universal se diferencia el bien del mal, donde existen sistemas que se encargan de impartir justicia a partir de lo que se considera éticamente correcto. Muchas veces las cabezas encargadas del orden no suelen aplicar las leyes ni castigan como el pueblo espera, por lo que un grupo de personas decide tomar sus propias medidas.
El término linchamiento proviene de mucho tiempo atrás, pero varios autores afirman que proviene del apellido Lynch. Es decir, se dice que en 1493 James Lynch Fitz Stephen aplicó una sentencia de justicia para castigar y aplicar las leyes hacia su propio hijo, pues este asesinó a un joven. La sentencia del hijo del alcalde fue su condena a muerte en presencia de toda la sociedad. “El pueblo, conmovido, solicitó la clemencia del padre para su propio hijo a la plaza pública” (Olabuenaga, 2019), ya que consideraban que el acto era sumamente drástico, tomando cartas en el asunto para impedir que el suceso fuera llevado a cabo. El alcalde, al percatarse de lo que el pueblo tenía entre manos, tomó la decisión de regresar a casa y ahorcar a su hijo desde la ventana del segundo piso de su hogar. Esta es una de las tantas teorías sobre el origen del término linchamiento, pero si en realidad hubo o no casos de linchamiento, como la ejecución popular y extralegal de un miembro o un grupo subordinado para preservar la jerarquía social, no se ha documentado como tal.
Ahora bien, como se mencionó anteriormente, el linchamiento es un acto de violencia colectiva que puede llegar a desenlaces drásticos. María Olabuenaga afirma en su libro “Linchamientos Digitales” que un linchamiento es una ejecución sin que medie proceso legal alguno, en donde un grupo de personas, de manera premeditada o espontánea, pero generalmente anónima, hace justicia por propia mano y toma la vida de un sospechoso o presunto culpable de haber infringido alguna ley social o jurídica. Hoy en día esta definición de linchamiento se ha adaptado al contexto que se encuentra en constante cambio, pues en lugar de linchar a golpes, las herramientas que se utilizan en la actualidad son la tecnología y el internet.
Aunque claro, los linchamientos no dieron el salto directo a lo que conocemos hoy como redes sociales, sino que tuvieron que pasar por un proceso de evolución tecnológica en donde primero se dio la fotografía, la prensa escrita, para después llegar a contenidos audiovisuales o internet. Un hecho que tenemos por seguro es que el ser humano cree lo que ve, por lo que los medios de comunicación son los principales encargados de incrementar el significado y poder de un linchado gracias al internet. Es decir, hoy en día tenemos acceso a una cantidad infinita de información y la cual se vuelve nuestra principal arma para llevar a cabo justicia por voluntad propia, pues “una de las características fundamentales del mundo digital es el exceso: siempre se encuentra más de lo que se busca”.
El movimiento #MeToo en los linchamientos digitales
Un ejemplo de este movimiento de linchamiento digital que tuvo gran peso en nuestro país es el caso del #MeToo, ya que en Estados Unidos puso en la palestra mediática el problema de acoso en los espacios laborales y fue respaldado por movimientos anti acoso que venían ya trabajando en otros países. Este caso antes mencionado surgió en el 2017, en donde se denunció el acoso sexual y la agresión sexual, a raíz de las acusaciones de abuso sexual contra el productor de cine Harvey Weinstein.
Las personas se estaban empoderando para denunciar a sus violadores a través de redes sociales, dando la cara y alzando la voz. En un principio, este movimiento no contó con tanto auge, pero en marzo de 2019 se registraron 2,000 denuncias en redes sociales bajo el hashtag #MeToo, el cual desató una disputa en los medios de comunicación. La gente que se encontraba a través de una pantalla se sentía respaldada de compartir su caso y de no perder su legitimidad debido a la denuncia anónima, al igual que sentirse apoyado por la multitud ante una conducta indebida. Una de las primeras expresiones del #MeToo en México se manifestó a través del #YaEstuvo en 2017 y que posteriormente se fueron generando más, como el #NiUnaMás.
Otro ejemplo reciente es una serie de televisión lanzada en 2019, llamada The Morning Show, el cual muestra como los movimientos de Time’s Up y el #MeToo expusieron la conducta inapropiada de los hombres en los medios de comunicación y el mundo del espectáculo.
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