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Covid, Genocidio, y Las Aguas Cristalinas de Venecia

  El ecofascismo como una justificación medioambientalista para la discriminación.  La situación precaria de trabajadores mexicanos escondid...

 

  • El ecofascismo como una justificación medioambientalista para la discriminación. 

  • La situación precaria de trabajadores mexicanos escondida detrás de la glorificación de los efectos del confinamiento en los ecosistemas. 

  • La imposición del castellano como herramienta para la negligencia y la discriminación institucional en México.


Una de las verdades que tenemos más presentes actualmente, es la escasez de recursos, la deterioración de los ecosistemas y el cambio climático. Aunque la preocupación es pertinente e importante, existen grupos de poder que utilizan esta inquietud para integrar su agenda dentro de las estrategias para el cuidado y la preservación del medio ambiente. 


Generalmente, dichas agendas tienen como objetivo eliminar a cierta población, específicamente aquella que no se amolda a los estándares Occidentales, por ejemplo, la población indígena, afromexicana, migrantes, etc. La justificación que se tiene para erradicar a estas personas, es que abonan a la contaminación y a la sobrepoblación del planeta, por lo que, supuestamente, debe ser controlada y regulada su reproducción. Esto tiene nombre y se le llama: Ecofascismo. 


Uno de los puntos centrales del ecofascismo, es que se esconde dentro de una pretensión buena: cuidar del medio ambiente. Sin embargo, resulta ser lo contrario debido a que no toma realmente en cuenta las verdaderas causas de la deterioración del planeta, el capitalismo. Por lo tanto, la sobrepoblación, aunque bien es importante estudiar, no es la causa verdadera de la crisis ambiental y cualquier agenda ambientalista que pretenda defender eso, en vez de criticar el sistema de explotación que reina, es cuestionable.



La salud ambiental, los hábitats, los medios de vida han sido marginados en los debates que tratan el cambio climático como un problema científico que requiere soluciones tecnológicas y científicas, sin transformar sustancialmente las ideologías y economías de dominación, explotación y colonialismo. 

Christine Bauhardt, Rethinking Gender and Nature from a Material(ist) Perspective: Feminist Economics, Queer Ecologies and Resource Politics.

La pandemia provocada por el coronavirus dio pie a circunstancias, discursos y prácticas que, aunque no se les llame directamente como tal, están atravesadas por el ecofascismo. Los efectos de estas, se vieron y se sintieron en México. Mientras se glorificaban en redes sociales los efectos que el confinamiento tuvo en el medio ambiente, vendedores ambulantes en el país perdían su sustento, y a la par, se desarrollaba la erradicación de pueblos indígenas a manos del covid-19, potencializado por un pensamiento ecofascista. 


El Respiro y la Asfixia 


En marzo del 2020, cuando los contagios de coronavirus llevaron a la declaración de una pandemia, los países recayeron en el confinamiento para evitar la propagación del virus lo más posible. El cambio no fue fácil, pero una vez que las personas confinadas se acomodaron a su nueva forma de vida desde casa, hubo una ola de positividad en línea. Personas haciendo pan de plátano, retomando viejos hobbies y ejercitándose desde su sala, para muchas personas el confinamiento fue una oportunidad para mejorarse, y está alegre recepción del confinamiento, no giró únicamente en torno a las personas. 


Poco después del inicio de la cuarentena, surgieron en redes sociales imágenes, videos y publicaciones que hablaban del efecto que tuvo en el medio ambiente. Aguas cristalinas en Venecia, ciervos rondando las calles de japón y jabalíes paseando por Barcelona. A estas imágenes le siguieron artículos y videos que hablaban de la mejora en la calidad del aire que se respiraba en China, en Italia y en España.



México no se quedó atrás, en una entrevista a CONECTA, el sitio de noticias del Tec de Monterrey, la Dra. María del Carmen Hernández, profesora de biología y desarrollo sustentable, expresó que “la calidad del aire podría mejorar en ciudades que muchas veces rebasan los niveles permitidos por normas oficiales mexicanas”. Esto porque, como comentó también la Dra. Hernández “si la economía se detiene a causa del COVID-19, disminuirá el consumo de energías fósiles, conduciendo a una disminución de gases efecto invernadero que se liberan a la atmósfera”. 


Pero, ¿qué más sucedió cuando la economía se detuvo a causa del COVID-19? Si bien es cierto que, como escribió Euronews “no todo son malas noticias en la crisis sin precedentes provocada por el coronavirus” debido a la mejora en calidad del aire, y es también cierto que, como escribió National Geographic, “el parón brusco de las actividades humanas tiene, paradójicamente, un gran beneficiado: el medio ambiente”, el costo para muchas personas del mundo y particularmente de México, fue alto. 


Como menciona la politóloga Marianne Braig del Instituto Latinoamerica de la Universidad Libre de Berlín en entrevista con DW, en México hay muchas personas que dependen del sector informal de la economía, es decir, son trabajadores ambulantes que viven del comercio callejero. Sólo en la Ciudad de México, se tiene registro de alrededor de 100 mil vendedores ambulantes. Este sector económico, se conforma principalmente de personas jóvenes, quienes representan el 60% de estos trabajadores. La Organización Internacional del Trabajo calcula que tres de cada cuatro jóvenes forma parte del sector informal de la economía en países de bajos y medianos ingresos, como lo es México. Así, cuando comenzó el confinamiento y la población dejó de salir a la calle, más de la mitad de la población mexicana perdió a sus clientes y por ende, a su fuente de ingresos. Esto resultó en pérdidas de hasta un 90% en el sector informal al iniciar el confinamiento, y a las personas afectadas se les dieron apoyos en muchas ocasiones escasos, precarios e insuficientes. 


Esto, además de afectar económicamente a las personas jóvenes del sector informal, también resultó en un golpe a su salud, pues al no tener ahorros fueron incapaces de permanecer confinados en casa, muchos tuvieron que encontrar empleos que, en muchas ocasiones, no les protegía del virus, sino que al contrario, los exponía al mismo. Como resultado, las personas jóvenes en edad productiva fueron el sector demográfico en el que se registraron mayores casos de contagios de coronavirus según los datos del gobierno mexicano. 


Tanto así que, de acuerdo con un análisis realizado por el CAF, México, como la mayoría de los países latinoamericanos, registraron un mayor número de muertes de las esperadas. Esto porque, debido a la numerosa población joven del país, en contraste con la población mayoritariamente vieja de países europeos, se esperaría que las muertes por coronavirus fueran menores considerando que la población más grande corre mayor riesgo de morir por la enfermedad. Sin embargo, los datos revelaron que, por la exposición de la población joven en México al virus, y la insuficiente respuesta de los sistemas de salud, la mortalidad superó la esperada. 



Entonces sí, “la suspensión de actividades industriales y de transporte para frenar el contagio de COVID-19, nos ha mostrado el necesario respiro a nuestro planeta”, como bien menciona el texto del Tecnológico de Monterrey, pero este respiro tan glorificado y alabado, dejó en el olvido la asfixia económica y sanitaria que tuvieron que enfrentar las y los jóvenes trabajadores del país. 


El Idioma de la Salud


“No quieren porque es más fácil que los indígenas se mueran, así dejarán de ser un estorbo para el sistema de salud pública. ¿Cuándo has visto que en los hospitales hay intérpretes? Nunca. Y no los habrá”, es lo que comenta Zósimo Hernández Ramírez para Pie de Página, explicando que en las instituciones de salud pública, no hay intérpretes de las lenguas indígenas, obstaculizando que la población tenga acceso a su tratamiento para el covid-19


El que en las instituciones públicas no se hable con lenguas maternas y no hayan traductores, obedece a un pensamiento civilizatorio donde, o las personas adoptan el idioma dominante, o se busca su desaparición. El que en dichas instituciones el idioma oficial sea el español, tiene entretejido el objetivo de no permitir a la población indígena tener los derechos básicos que posibilitan una buena calidad de vida. 


Foto: Violeta Sánchez. Tomado de Pie de Página


El anterior problema, también impidió que llegara información sólida y sustanciosa acerca de la pandemia y el virus a la población indígena y jamás se llevó a cabo alguna estrategia comunicativa debido a que no existe el contenido hecho en lenguas maternas dentro de los medios masivos. 


La Oficina de la UNESCO en México, defiende que ha dado difusión a información preventiva sobre el covid-19 en lenguas indígenas, surgiendo campañas como la siguiente: 



No obstante, también señala que los pueblos indígenas tienen poco acceso a Internet por lo que, aunque se hacen estas campañas, no se difunde a través del canal adecuado para que llegue a las personas adecuadas. 


Esto se puede observar gráficamente, al notar el nivel de vulnerabilidad que han tenido los pueblos indígenas durante la pandemia gracias a un mapeo iniciado por el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas:



En el mapa, el grado de vulnerabilidad se representa por colores. El amarillo-beige es media, el naranja es alta, rojo es muy alta y el color carmín es crítica. Como se puede notar, los colores que abundan son naranja y carmín, por lo que, en realidad, fueron altamente afectados por la pandemia. 


Es así que podemos notar cómo, al igual que se usa de como justificación la procuración del planeta para cometer actos genocidas, se usan igualmente problemas de salud mundiales para, de manera indirecta y sutil, erradicar a poblaciones completas gracias a la negligencia y a la discriminación institucional en México.


(número de palabras: 1563)

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