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TINDER: LA CUNA DE LA COSIFICACIÓN

Bastan cinco minutos de tu tiempo, un correo electrónico y dos fotos personales, para formar parte de uno de los supermercados más transitad...




Bastan cinco minutos de tu tiempo, un correo electrónico y dos fotos personales, para formar parte de uno de los supermercados más transitados del mundo. Uno que destaca por su modelo de negocio, donde el usuario es cliente y producto a la vez.


Tinder, considerada ya una red social se ha posicionado como una de las aplicaciones más usadas para encontrar el amor. Su funcionamiento es simple: la app te muestra -a modo de catálogo- un sinfín de perfiles, deslizas a la izquierda si no te gusta, deslizas a la derecha si te gusta y esperas a que la otra persona opine lo mismo para poder así conseguir un match y entablar una conversación.


  • Tinder fue fundada dentro del conglomerado de startups Hatch Labs en 2011. Actualmente es considerada la red social más importante y popular de citas a nivel mundial


  • Datos recopilados en 2018 por Latamclick, mencionan que Tinder cuenta con más de 60 millones de usuarios, presencia en 140 países y disponibilidad  en 30 idiomas


  • La gran mayoría de sus usuarios son hombres, con una presencia del 62% superior al 30% de las mujeres. Esto de acuerdo a datos filtrados de @worstonline en 2018. Datos que denotan que no es una plataforma homogénea

AMOR A TU MEDIDA

Desde la llegada de Tinder, nuestra búsqueda de amor se ha vuelto una actividad de ocio. Un par de clicks bastarán para que el algoritmo te recomiende potenciales aspirantes para saciar tu deseo de  amor, reconocimiento social y miedo a la soledad


Edad, estatura, orientación sexual, localidad  y hasta gustos personales son algunos de los múltiples filtros que puedes emplear en la plataforma, tal como si se tratara de una experiencia de compra donde personalizas tú producto.


Es evidente que lo que alguna vez se creó como una app para facilitar una de nuestras mayores problemáticas en tiempos digitales, se volvió la cuna de la cosificación.  Una que perdura gracias al pensamiento capitalista, pues hemos visto que el amor –como los seres humanos–  es un bien obsoleto y reemplazable.





UNA APP QUE SE PAGA CON AMOR PROPIO

La app de citas ha cambiado las reglas del juego, no solo en temas de interacción y relaciones, sino también de cómo nos visualizamos a nosotros mismos. Con el auge de las redes sociales, nos vemos en la necesidad de mostrar ante el mundo la mejor versión de nosotros mismos, aunque hemos sido testigos que el camino está lleno de dismorfía digital, falsos estilos de vida y una fuerte dependencia de recibir la aprobación del otro.

Asimismo, Tinder es un propiciador de este sistema de aprobación social, pues cabe destacar que cada vez que un usuario decide dar click entre sÍ le gusta o no la persona, sin saberlo, el usuario está emitiendo un voto que, traducido en el algoritmo de la aplicación, es igual a una puntaje. Clasificando así a los usuarios en rangos de puntaje que permite ver quién tiene mayor nivel de deseabilidad y quien no, cuantos más “likes”, más deseable serás según el algoritmo. Igualmente se te mostrarán perfiles de acuerdo a tu mismo puntaje. En pocas palabras, buscar el amor se ha vuelto una prueba algorítmica a base de estadística de puntajes.

  • Un hombre de gran atractivo puede esperar ser querido por el 78% de las mujeres. Esto equivale a 3 likes por cada 4 mujeres.

  • Una mujer de gran atractivo puede esperar ser querida por en torno a un 89% de los hombres. Esto equivale a 4 likes por cada 5 hombres.

  • Un hombre de atractivo promedio solo puede esperar ser querido por poco menos del 1% de las mujeres. Esto equivale a 1 like por cada 115 mujeres.

  • Una mujer de atractivo promedio puede esperar ser querida por en torno a un 5% de los hombres. Esto equivale a 1 like por cada 20 hombres.


UNA PROMESA A CORTO PLAZO 

El sociólogo polaco, Zygmunt Bauman ya lo veía venir, amor líquido era cómo describiría aquellas interacciones interpersonales de la posmodernidad caracterizadas por por la falta de solidez, calidez y por una tendencia a ser cada vez más fugaces, superficiales, etéreas y con menor compromiso.

La esencia de la plataforma digital Tinder busca ser eficiente pero no eficaz.; es decir, prioriza la cantidad por encima de la calidad. Busca dar en el menor tiempo posible un pretendiente, dejando de lado la importancia de la calidad humana. 

Aquí es donde realmente surge la interrogante, pues entre la sociedad es bien sabido que si estás buscando una relación estable y duradera, Tinder es el peor lugar para encontrarla. Pero si todos estamos de acuerdo en ello ¿por qué seguimos buscando el amor ahí?



¿QUÉ NOS QUEDA?

Las cartas hechas a mano, serenatas y pedidas de mano públicas son prácticas que poco a poco van quedando en el olvido. Para muchos hoy en día es más fácil entablar una conversación online que offline. Y es que en un mundo donde todo se ha vuelto digital, instantáneo y obsoleto, el amor también ha dejado de ser lo que era para empezar a funcionar como una de las monedas de cambio más solicitadas en pleno siglo XXI.

Sería un error decir que hemos llegado hasta este punto por Tinder, pues realmente eso sería evadir nuestra evidente responsabilidad como sociedad. Quien le da sentido a la app de citas son sus usuarios, es decir, nosotros. Lo que queda es preguntarnos ¿qué tanto nuestros actos influyeron en que hoy “buscar amor” sea una actividad de entretenimiento y ocio? 


#1011

Referencias: Las Matemáticas del desamor. (2018). Recuperado de: https://medium.com/atodogauss/las-matemáticas-del-desamor-por-qué-no-ligas-en-tinder-parte-ii-f12f3a2a631d











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