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En la actualidad existen diversas herramientas para llevar a cabo actos violentos, dado que podemos utilizar el lenguaje verbal, así como di...




En la actualidad existen diversas herramientas para llevar a cabo actos violentos, dado que podemos utilizar el lenguaje verbal, así como diversos objetos y tecnología. Como ya se comentó anteriormente, la violencia es una manifestación que surgió con el tiempo y que nosotros como seres racionales hemos sabido adaptar a una época en donde “cada quien está perdido en su pantalla o en el teléfono inteligente en cuyo extremo está el otro al que le enviamos un mensaje, todo el tiempo alineados en un texto muchas veces superficial” (Orozco Garibay, 2015) y que su contenido no siempre es verídico. Ya no existe la privacidad, pues la conectividad ha permitido que las redes sociales y los demás sepan absolutamente todo acerca de nuestra vida. “Hay una muerte del misterio y, por lo mismo, se pierden los intercambios personales” (Orozco Garibay, 2015) en donde ya no podemos medir el grado de magnitud de lo que sucede y se dice en estos medios. 


  • Las redes sociales se han vuelto una herramienta fundamental del siglo XXI para llevar a cabo actos de violencia a través de tuits, mensajes, fotos, etc, y que se propagan sin control, permitiéndole a todo el mundo enterarse de lo que se dice o hace en el aquí y ahora.



Cancelación

Él terminó “cancelación” apareció por primera vez en la década de 1990, según él Dictionary.com. Años después, en el 2014, el mismo término volvió a aparecer en el reality show Love and Hip-Hop: New York. En ese programa televisivo, se le dijo cancelada a una de las participantes, lo cual significaba que estaba fuera del programa. Ahora bien, el término ha sido usado para excluir a personajes públicos que inciden en prácticas racistas. En el 2017 surgió un cibermovimiento llamado #MeToo (“Yo también”), en donde se denunció el acoso sexual y la agresión sexual, a raíz de las acusaciones de abuso sexual contra el productor de cine Harvey Weinstein. 

La parte sombría de la cultura de la cancelación no solo es silenciar a un individuo y de esa forma invalidar las opiniones, debates y razonamientos, sino que también, en deformar la historia universal. “La teoría de la comunicación indica que todo acto de cancelación que se ejerce desde el poder político y comunicacional se asocia a estos factores: censura, omisión informativa, desinformación, falsos contenidos, mentira, deshonestidad, autocensura, flaqueza deontológica” (Burgos, Hernández, 2021). 



Entonces la cultura de la cancelación, es una crítica hacia alguien o algún fenómeno social, el cual siempre ha existido entre los humanos, pero el término en sí no había sido formalizado sino hasta el siglo XX. Cuando hablamos de la cultura de la cancelación nos referimos a que “radica en activar las redes sociales para rechazar de manera abierta y tajante actos que inciten a la injusticia social, la intolerancia, el odio y el resentimiento, es decir, todo aquello que transgrede los principios universales de convivencia humana” (Burgos, Hernández, 2021). Ahora bien, nadie se salva de ser cancelado. No necesariamente necesitas ser una persona famosa para ser cancelado, ya que cualquier persona puede ser desaprobado por sus comentarios y opiniones que no le parezcan al resto.


Linchamientos digitales


El linchamiento es un acto de violencia colectiva que puede llegar a desenlaces drásticos. María Olabuenaga afirma en su libro “Linchamientos Digitales” que un linchamiento es una ejecución sin que medie proceso legal alguno, en donde un grupo de personas de manera premeditada o espontánea, pero generalmente anónima, hace justicia por propia mano y toma la vida de un sospechoso o presunto culpable de haber infringido alguna ley social o jurídica. Hoy en día esta definición de linchamiento se ha adaptado al contexto que se encuentra en constante cambio, pues en lugar de linchar a golpes, las herramientas que se utilizan en la actualidad son la tecnología y el internet. Aunque claro, los linchamientos no dieron el salto directo a lo que conocemos hoy como redes sociales, sino que tuvieron que pasar por un proceso de evolución tecnológica en donde primero se dio la fotografía, la prensa escrita, para después llegar a contenidos audiovisuales o internet. Un hecho que tenemos por seguro es que:

  • El ser humano cree lo que ve, por lo que los medios de comunicación son los principales encargados de incrementar el significado y poder de un linchado gracias al internet.


 Es decir, hoy en día tenemos acceso a una cantidad infinita de información y la cual se vuelve nuestra principal arma para llevar a cabo justicia por voluntad propia, pues “una de las características fundamentales del mundo digital es el exceso: siempre se encuentra más de lo que se busca” (Olabuenaga, 2019).




Un ejemplo de este movimiento de linchamiento digital que tuvo gran peso en nuestro país es el caso del #MeToo,  dos simples pero muy poderosas palabras (Botti, Corsi, & Garraio, 2019) ya que “en Estados Unidos puso en la palestra mediática el problema de acoso en los espacios laborales y fue respaldado por movimientos anti acoso que venían ya trabajando en otros países” (Acuña & Arteaga). La expresión Me Too llegó a ser conocida por primera vez en 2006 cuando la activista de base Tarana Burke, en un esfuerzo por crear solidaridad con y entre las víctimas de abuso sexual, especialmente entre las mujeres jóvenes negras de orígenes no privilegiados, comenzó a usarla para promover el “empoderamiento a través de la empatía” (Botti, Corsi, & Garraio, 2019). Las personas se estaban empoderando para denunciar a sus violadores a través de redes sociales, dando la cara y alzando la voz. En un principio, este movimiento no contó con tanto auge, pero según Acuña & Arteaga en marzo de 2019 se registraron 2,000 denuncias en redes sociales bajo el hashtag #MeToo, el cual desató una disputa en los medios de comunicación. A través de las redes sociales, el hashtag difundió el movimiento por todo el mundo incitando a mujeres de todos los orígenes a compartir sus historias de acoso sexual (Botti, Corsi, & Garraio, 2019).


La gente que se encontraba a través de una pantalla se sentía respaldada de compartir su caso y de no perder su legitimidad debido a la denuncia anónima, al igual que sentirse apoyado por la multitud ante una conducta indebida. “Una de las primeras expresiones del #MeToo en México se manifestó a través del #YaEstuvo en 2017” (Acuña & Arteaga) y que posteriormente se fueron generando más, como el #NiUnaMás. Pero hay muchos más ejemplos, pues la gente se empodera a través de una red social para denunciar algo que no consideran correcto y que también afectaba la vida física, pues en muchos lugares comenzaron a colocarse tendederos del acoso, donde de manera anónima se daba a conocer el crimen y el autor. El resultado que tuvo este movimiento comenzó con public shaming, pero también afectaba no solo la vida virtual, sino la física, dado que se dañaba la reputación e imagen de una persona. Tomemos como ejemplo el caso del integrante de Botellita de Jerez, Armando Vega-Gil, quien fue acusado de acoso sexual. Esta figura pública se quitó la vida debido a las acusaciones y la manera en que fue tratado a través de las redes sociales, sin darle derecho de réplica o sin prueba alguna. La palabra del denunciante es la que cuenta con más peso, y en este caso se linchó a Vega-Gil, utilizando las redes hasta que este personaje decidió quitarse la vida, dado que el inculpar a alguien sin fundamento alguna conlleva a un linchamiento. Este fenómeno que formó parte del #MeToo:


  • “Dejó ver que las acusaciones pueden terminar la vida de una persona que decide sacrificarse en su desesperación por no poder defenderse” (Acuña & Arteaga) y la poca credibilidad que le entregamos a la otredad para defenderse, pues nos aferramos a lo que consideramos una historia oficial.




Por tanto, podemos afirmar que gracias a la red y la manera en que la información se propaga, el utilizar un hashtag o hacer una denuncia vía redes sociales, permite que el autor del crimen sea juzgado por todos aquellos que lo rodean y que por falta de justicia, sea la sociedad quien se encarga de impartir el castigo y en algunas ocasiones cortar de tajo al acusado de sus privilegios en la vida física, pero también en la digital, corriendo el riesgo de que se quite la vida, como ha sucedido en algunos casos.



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Referencias


  • Burgos, E., & Hernández Díaz, G. (2021). La cultura de la cancelación: ¿Autoritarismo de las comunidades de usuario?
  • Botti, F., Corsi, M., & Garraio, J. (2019). THE #METOO SOCIAL MEDIA EFFECT. Bruselas: Foundation for European Progressive Studies.

  • Manuel Orozco, J. (2015). De La Sociedad Del Cansancio a La Sociedad Del Aburrimiento Un Estudio Del Pensamiento De Byung-Chul Han. Estudios: Filosofía, Historia, Letras, 113, 169–193. https://doi.org/10.5347/01856383.0113.000262710
  • #Metoo, la movilización digital en México: respaldo, crítica y oposición en la esfera civil. #Metoo, digital mobilization in Mexico: Support, criticism and opposition in the Civil Sphere. By: Cardona Acuña, Luz Ángela; Arteaga Botello, Nelson. Espiral. may-ago2021, Vol. 28 Issue 81, p187-224. 38p. Language: Spanish. DOI: 10.32870/eees.v28i81.7191.
  • Olabuenaga, A. M. (2019). Linchamientos digitales. Ediciones Culturales Paidos S. A. De C. V.

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