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El Amor en los Tiempos de Tinder Passport

  Con el inicio de la pandemia el mundo entero tuvo que adaptarse a medidas sanitarias altamente estrictas, las cuales incluían el distancia...

 


Con el inicio de la pandemia el mundo entero tuvo que adaptarse a medidas sanitarias altamente estrictas, las cuales incluían el distanciamiento social, por lo que pasamos de convivir físicamente, a hacerlo a través de una pantalla. No sólo comenzamos a hacer videollamadas diarias con nuestros seres queridos, sino que a las pocas semanas, le abrimos la puerta a personas con las que nunca antes habíamos interactuado, o que incluso se encontraban a miles de kilómetros de distancia.


Por supuesto que esto no era algo nuevo, ya que desde inicios de Facebook, o las antiguas redes sociales como MySpace, Hi5 o Messenger, podíamos conectar con el mundo entero. Sin embargo, la pandemia vino acompañada de la soledad, el aislamiento y distintos trastornos psicológicos como la ansiedad y la depresión, en donde en el mejor de los casos, las personas buscaban contacto físico para aliviar, por lo menos un poco, ese vacío acrecentado por el confinamiento.  


Contacto sin contacto 


El 31 de marzo de 2021, Tinder hizo público el lanzamiento gratuito de Tinder Passport, una versión de la famosa app de citas en la que el usuario podía hacer match con personas de todo el mundo, sin importar su ubicación. Generalmente dicha opción estaba reservada para los usuarios con una cuenta premium, sin embargo, con el prolongado confinamiento y el auge de las apps de citas, Tinder encontró la oportunidad perfecta para incrementar su número de usuarios. 

 

En poco tiempo las historias de amor a distancia comenzaron a propagarse por las redes sociales como TikTok, en donde los enamorados mostraban la forma en que mantenían su relación de un extremo del mundo al otro. Desde citas románticas a través de la computadora, enviarse regalos por paquetería, hasta finalmente conocerse en persona. Fue así como poco a poco comenzamos a adentrarnos en la vida privada de estas parejas internacionales. “La comunicación digital fomenta esta exposición pornográfica de la intimidad y de la esfera privada” (Han, 2014, p. 8). 


Hoy en día, son incontables las personas que hacen pública su historia a través de redes sociales, exponiendo que en un inicio, existía en ellos incredulidad por el futuro de una relación a distancia. Sin embargo, es precisamente gracias a las redes sociales y las antes mencionadas aplicaciones de citas, que el contacto se hace tan cercano, casi como si estuvieran frente a frente


En este sentido, podemos entender que nosotros como usuarios, accediendo a estas plataformas con la intención de hacer amigos o encontrar pareja, lo hacemos de forma voluntaria, ofreciendo información personal a cualquier usuario que esté en la red. En grupos como Facebook Parejas encontramos comunidades bien consolidadas con un propósito en común. “En esto el enjambre digital se distingue de la masa clásica, que como la masa de trabajadores, por ejemplo, no es volátil, sino voluntaria, y no constituye masas fugaces, sino formaciones firmes” (Han, 2014, p.18).


Pantallas y espejos


Por otro lado, la forma en que las personas interactuaban, cambió por completo la manera de ver, sentir e incluso tocar a través de una pantalla. En este sentido, el hecho de tener que utilizar una cámara para poder ver al otro, nos aleja de su mirada, ya que nunca podemos estar seguros de estar viendo realmente a la otra persona: “la bella peculiaridad del encuentro inmediato, la de que ver a alguien es siempre equivalente a ser visto, ha dejado paso a la asimetría de la mirada” (Han, 2014, p. 30). 


Lo anterior a su vez, abre paso a la percepción que tenemos de los otros y de nosostros mismos en las redes sociales, en donde la cámara no puede captar en su totalidad nuestra imagen, de tal forma que se crea una visión distorsionada de la realidad. Tal vez esta sea la razón por la cual hoy en día las personas prefieren mantener sus relaciones digitales, en lugar de pasar al plano de lo real, ya que cabe la posibilidad de que esa imagen “perfecta” que aparece en redes, no concuerde con el individuo de carne y hueso. 



Hoy en día con el fin del confinamiento, y la vuelta a los espacios públicos, a pesar de tener la oportunidad de interactuar cara a cara, las personas siguen prefiriendo conocer gente nueva a través de las apps de citas como Tinder y Bumble, quizás: “Por la eficiencia y comodidad de la comunicación digital evitamos cada vez más el contacto directo con las personas reales, es más, con lo real en general” (Han, 2014, p. 28) 


Amor a la carta 


“El nuevo hombre teclea en lugar de actuar. Él solamente querrá jugar y disfrutar. Lo que caracterizará su vida será la musa y no el trabajo. El hombre del futuro no cósico no será un trabajador, un homo faber, sino que será el jugador, el homo ludens.” (Han, 2014, p.39).  El ser humano digital disfruta del constante swipe-up de información ilimitada, de tal forma que las relaciones interpersonales se vuelven a su vez, una especie de amor a la carta en la que se le presentan al usuario una gama de opciones infinitas y a la medida, entre las cuales puede elegir como si se tratara de un menú de comida. Lo anterior deja de lado el coqueteo de antaño, o las posibilidades de una conversación en persona, y da paso a relaciones en donde permea lo siguiente:


  • Goce inmediato 

  • Sin mediación 

  • Sin compromiso 

  • Parcializando el cuerpo del otro


Por lo anterior, es importante preguntarnos, ¿qué tanto se enfocarán estas relaciones construidas a base de la digitalidad, en el placer y la fugacidad?, pues así como empiezan en un abrir y cerrar de ojos, pueden terminar. 


En conclusión, si bien las nuevas tecnologías rompen barreras de espacio y tiempo, crean una brecha en la forma en que nos relacionamos los unos con los otros. Le tenemos miedo a la soledad, pero al mismo tiempo rehuimos el contacto físico. Sin duda, nos puede resultar más fácil crear vínculos a través de estos medios, pero no se puede perder de vista que necesitamos complementar esas relaciones con contacto físico. Una pantalla fría no puede reemplazar el calor de un abrazo.


Referencias:


Han, B. (2014). En El Enjambre (1.a ed.). HERDER. 


Por: Elisa Mondragón y Andrea González. 

Número de palabras: 1016

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