No es ningún secreto que el programa japonés Terrace House es uno de los fenómenos más grandes de la televisión actualmente. Es un programa amado por el público general, como podemos ver por cuántas personas lo ven y hablan del mismo; y aclamado por los críticos. El New York Times publicó un artículo en el 2017 títulado Letter of Recommendation: Terrace House en donde recomiendan la serie a los lectores del periódico y la llaman "hermosamente banal".
Pero Terrace House no es un fenómeno por ser un reality sobre veinteañeros viviendo la vida al límite o peleando todos los días, de hecho es por todo lo contrario. Terrace House nos muestra que al consumidor de televisión de realidad, extrañamente, le gusta mucho observar algo real. Este programa nos muestra interacciones normales de gente normal en situaciones relativamente normales, y aún así el mundo entero no puede dejar de hablar de las personas involucradas.
Y es justo esto lo que me resulta tan interesante de este programa, como Terrace House logró crear iconos pop de gente común y corriente teniendo interacciones comunes y corrientes. Terrace House logró cautivar la atención del mundo simplemente mostrando seres humanos, con problemas y ansiedades y relaciones iguales a las tuyas y a las mías. Me parece muy interesante pensar que a pesar de tanta evolución humana en miles de años lo que nos sigue atrapando y nos seguirá atrapando por siempre es la humanidad dentro de las historias.
Terrace House definitivamente es un excelente caso de estudio para cualquiera que quiera analizar cómo cautivar y mantener la atención de una audiencia. Como lograr que toda persona que vea tu producto mediático se sienta emocionalmente involucrado con él mismo y le dedique toda su atención porque le es imposible dejar de consumirlo. Como crear historias, iconos y conversaciones por años mostrando lo más básico posible, seres humanos siendo humanos.
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